Cuando el número de mujeres ocupadas aumenta, las economías crecen. El aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo —o una reducción de la disparidad entre la participación de mujeres y hombres en la fuerza laboral— produce un crecimiento económico más rápido.
Un estudio que empleó datos de 219 países obtenidos entre 1970 y 2009 encontró que, por cada año adicional de formación para las mujeres en edad reproductiva, la mortalidad infantil disminuyó en un 9,5 por ciento. Pero las mujeres tienden a tener menor acceso a las instituciones financieras y mecanismos de ahorro formales. Mientras el 55 por ciento de los hombres informa tener una cuenta en una institución financiera formal, esa proporción es de sólo el 47 por ciento en el caso de las mujeres en todo el mundo.
Las mujeres tienen una responsabilidad desproporcionada con respecto al trabajo no remunerado de cuidados que prestan a otras personas. Las mujeres dedican entre 1 y 3 horas más que los hombres a las labores domésticas; entre 2 y 10 veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados (a los hijos e hijas, personas mayores y enfermas), y entre 1 y 4 horas diarias menos a actividades de mercado
El empoderamiento económico de la mujer es un buen negocio. Las empresas se benefician enormemente al aumentar las oportunidades en cargos de liderazgo para las mujeres, algo que ha demostrado aumentar la eficacia organizacional.
Conviene recordar que la situación de las mujeres en desempleo es peor que la de los hombres, están menos protegidas y durante menos tiempo debido precisamente a su peor situación laboral. La precariedad laboral, hoy por hoy, sigue afectando más a las mujeres que a los hombres. El empleo a tiempo parcial es sobre todo femenino, y la temporalidad en los empleos es también mayormente femenina. Es cierto que la crisis ha afectado especialmente a sectores mayoritariamente masculinos como la construcción o el sector automovilístico, por ello el desempleo ha aumentado más en los hombres que en las mujeres, pero aun así la diferencia entre las tasas de ocupación masculina y femenina continúa siendo importante.
Datos empíricos procedentes de diversos países muestran que incrementar la proporción de los ingresos del hogar controlados por las mujeres, procedentes de lo que ganan ellas mismas o de transferencias de dinero, modifica los patrones de gasto en formas que benefician a hijas e hijos.
Se estima que las compañías donde tres o más mujeres ejercen funciones ejecutivas superiores registran un desempeño más alto en todos los aspectos de la eficacia organizacional
Por tales motivos históricos, zorra se dedica a promover y difundir proyectos y marcas exclusivamente lideradas por mujeres y crear espacios que garanticen su movilización económica complementando la oferta que hoy día existe.
Gestar el cambio social que tanto deseamos para el futuro debe basarse en la paridad de oportunidades, en la restauración del sentido comunitario y participativo que se ha desdibujado en medio de la voracidad del mercado.
La desmercantilización del bienestar y la reubicación de las tareas de cuidado como categoría económica, articuladas a propuestas aún en construcción referidas al “buen vivir” y a críticas al desarrollismo tradicional, deben ser elementos para constituir una nueva agenda económica.
La crisis puede ser una oportunidad para impulsar cambios, una oportunidad para forjar un futuro más igualitario y sostenible.